julio 28, 2006

Ángel

Pasó la lluvia y el frío se internó en lo más profundo de la corteza del alma. Y a pesar de ese remecer las entrañas de ausencia y silencio, siempre hay un ángel que da al tiempo y el espacio su sentido, una sonrisa pura que ilumina las oscuridades del recuerdo (o del olvido) y refresca la vida perdida en los pulmones. Mi ángel se llama Javier, llegó de improviso, como llegan las los respiros y los suspiros, y con sus jalones de pelo, mordidas, rasguños y golpes me revive cada segundo y cambia la frustración por una inmensa cara de pelotuda feliz de ver a un niño crecer feliz, a pesar de todo. Agradezco la confianza de la amiga Claudia para dejarme al cuidado de su pequeño, lo que no sabe ella es que con ese gesto me salvó del abismo de mi misma...

1 comentario:

Leonardo N. dijo...

que lindo lo que escribes Javita.

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Leo