septiembre 09, 2013

El deseo de la vida

Había decidido solicitar retiro del curso incluso antes de esta tarea tan difícil. Tomé ese ramo genial y luego todo cambió en la vida y decidí botarlo, pero antes de ello me dieron una tarea que hacer y que no pude lograr hasta ahora: escribir 50 palabras sobre mi deseo en la escritura.

La idea era expresar en esas breves palabras qué deseo me movía a escribir y querer publicar mi texto. Es un ejercicio interesante, un desafío a quienes por lo general no decimos nada o nos explayamos demasiado. Pensé mucho en ello, en qué me mueve a desear publicar, es más, qué me mueve a hacer este magíster, cuál es mi deseo de la vida: ¿ser reconocida? ¿ser una académica? ¿legitimar mi campo de estudio? ¿legitimarme yo como investigador? ¿desarrollar una carrera pública? ¿enseñar? ¿crear consciencia? ¿sobrevivir?

Y pues me di cuenta que lo que más ocupa mi mente y mi deseo para la vida es la sencillez del alejamiento, de la vida humilde y contemplativa. Quiero ser hippie, poniéndolo en términos caricaturescos. Creo que he perdido cada vez más mi poca fe en la humanidad, no sé qué tanto puedo hacer para que esta sociedad mejore realmente, si no veo en la misma gente la voluntad a mejorar. No quiero el nobel, porque hasta Obama lo tiene.

Quiero vivir sin dinero, sin grandes posesiones, sin estar esclavizada a una institución, a un horario de oficina o peor, a un horario de clases. Quiero cultivar mi propio alimento, construir una casa donde vivir con mis manos, criar animales con los que acompañarme, alejarme de uds. Finalmente creo que tengo vocación de Yeti, tiene sentido si se supone que mi abuelo se perdió en la montaña, cómo saben, puede que hasta sea nieta del hombre de las nieves.