enero 13, 2007

¿Feliz?

Mi mamá cada cierto tiempo me hace una pregunta que no debería resultarle difícil de contestar a nadie, pero que a mí cada vez me complica más: "Javiera, ¿eres feliz?" Me encantaría decirle que sí, que soy feliz y estoy conforme conmigo misma, pero no puedo mentirle, hace mucho que no me siento así, hace mucho que le falta algo (o más de algo) a mi vida y no es culpa ni responsabilidad de ella ni de nadie, tampoco se trata de preocuparla ni de deprimirse, como tanto bromea Max, es ese letargo mental, espiritual y sentimental del que no salgo ni aunque me lo proponga porque sigue faltando lo mismo, quizá el alma se me curtió demasiado, lo que no deja de angustiarme de vez en cuando. Me cuesta cada vez más expresarme, de cualquier forma, en cualquier contexto, no me gusta nada de lo que escribo, me leo y me leo y no encuentro nada, me canso de nada, me cuesta mucho hacer algo, cualquier cosa, no leo, no dibujo, no me maravillan las cosas, ni los lápices de colores, siempre hace frío, y cuando no, me molesta el sol, ni siquiera la música llena, todo es por inercia. Ahora me viene un sentimiento de frustración horrible, siento que no estoy haciendo nada bien, que las decisiones que he tomado en mi vida siempre las he errado, que estoy equivocada de camino y no puedo devolverme porque no sé por donde llegué, es como perderse en el bosque, que puede ser maravilloso si se sabe por donde se camina o si se está seguro, pero es oscuro y tenebroso si se está extraviado. A veces siento que no sirvo para esto, pero tampoco sé para qué si no, todo era tan claro antes. Y no es que no sea feliz porque soy infeliz o estoy triste, ni siquiera es eso, más bien se trata de esa falta, de esa ausencia, de esa inercia, la confusión del sentido, eso que servía antes ya no resulta, o se ha disuelto. ¿En qué radicará el sentimiento de felicidad en el hombre? ¿el ser humano es feliz? En estos tiempos en los que la automatización de las relaciones humanas y la alienación de nuestras mentes en un sistema que atiende necesidades fisiológicas y/o patológicas pero no da pie a emocionalidades que suenan decundarias para la comunidad de mercado, nos llenamos de psicofármacos para calmar nuestras ansiedades y suplir nuestras falencias, olvidando un poco que las necesidades afectivas y auto-afectivas trascienden a los tratamientos médicos. Tal vez es el mal de nuestros tiempos, que en esta sociedad global nos sintamos solos y desprovistos de sueños, quizá no es solo mi problema, ¿será que la sociedad en vez de fomentar nuestras potencialidades no llena de incertidumbres frente a nuestras capacidades? ¿El mundo nos quedará grande? Tal vez nosotros nos hemos achicado...

enero 05, 2007

Asistente Social

Máximo dio hoy su examen de grado y se ha convertido en un flamante Asistente Social con una nota 6.5 (de 7.0) Felicitaciones amigo Max!!! Ahora... a celebrar el triunfo!! ea ea ea!! Estamos orgullosos de ti, amigo, mucho.

enero 04, 2007

Re-Cuento

Terminó su jornada de trabajo y le faltaban cifras para el balance... estaba un poco cansado y los párpados caían pesados a intérvalos cada vez más cortos, intentaba concentrarse con ayuda de un café ya casi frío, muy cargado y dulce, pero nada parecía sostenerlo en pie. En un momento y sin notarlo sus manos cayeron inconcientes sobre el papelerío. Seguía haciendo su balance, faltaba poco para la medianoche, en su mente se paseaban las ansias de salir a correr por la noche de lunacreciente, en sus labios un susurro de voces añejas se repetía como plegaria a un dios perdido entre los borrones del libro de cuentas. Y pensaba... quizá soñaba, en tantas cosas, en la familia que no tenía, en los proyectos que quiso, en lo que no logró por miedo a lanzarse al misterioso azar de descubrir cada segundo en la vida. Extrañaba esas cosas que nunca hizo, reir hasta caer del hipo y llorar a carcajadas, besar a la chica del 7º grado en esa vieja escuela de jardines cuidados por monjas extraterrestres, caminar descalzo por el pasto (recién pintado) de ese verde fosforescente que cubría las laderas de la facultad, tomar un autobus a casa de ella sin avisarle y dejar flores en su puerta... El ruido metálico de un bolígrafo al caer lo despertó, miró con extrañeza el lugar donde estaba, le costó reconocerlo, era esa oficina siempre tan gris y muerta, corrió los papeles a un lado, dejó el café ya helado, caminó lentamente hacia el baño, se lavó la cara, miró su reflejo en el sucio espejo y vio a un hombre demacrado, ojeroso, gris, como su escritorio, en sus ojos cansados, la frustación de haberse enserrado en la nada, de haberse convertido en un autómata más... Tomó su chaqueta y salió a tomar aire fresco. Encendió un cigarrillo, miró el cielo de la ciudad, iluminado más por las luces amarillentas del tendido público que por las lejanas estrellas, y esa luna amenazadoramente sonriente, como si se burlara de su miserable existencia, o quisera invitarlo a dar un paseo. Fumó un par de pitadas y el viento cálido de enero se hizo presente, llegó a sus pulmones como una bocanada de vida nocturna, bohemia, botó el cigarrillo y respiró profundo, los balances eran más que números que debían cuadrar, eran recuentos de la vida, recuentos del año, de un tiempo dado para ser aprovechado. Caminó un rato y se sentó en una banca bajo un gomero que brillaba azul bajo la luna, se quitó la chaqueta, subió las mangas de su camisa y cruzó las piernas, por fin miraba el lugar donde estaba, por fin sabía donde estaba y qué debía hacer... Este año debía aprovechar la vida, no todo era cuadrar números. Dejó el trabajo para otro día y se fue caminando hasta su casa. Nunca respiró aire tan puro en su vida. No se trata de llevarnos la vida en pensar y sacar cuentas, la vida es para vivir, si bien, los fines de año siempre (o casi siempre) implican balances, también implican replantearse la forma de vivir en nuevo año, yo saco en limpio muchas cosas del 2006, a pesar de todo, y aunque ha muchas cosas que no fueron de lo mejor, tengo la esperanza y la fe puesta en el 2007, ya basta de negarse a nacer, es hora de volar...