julio 25, 2006

llueve sobre la ciudad

No ha parado de llover desde anoche. La intensidad del frío y el viento han roto el silencio hace ya bastantes horas. Ese silencio que he intentado mantener para no tener que cuestionarlo todo, un silencio plástico, vacío, ajeno, oculto. Algunos espasmos, el café negro ya casi frío, el prozak que ya no causa efectos, los segundos que se caen y rompen sordamente contra el piso, como la lluvia allá afuera, agotan las esperanzas... y los sueños se destiñen en la lentitud del invierno, verde invierno. Creo que este es el invierno más frío que he vivido, antes por lo menos existía esa pequeña llama que mantenía un leve rubor en la piel y un tímido brillo en la mirada. Ahora, con los ojos extraviados en la inmensidad de la ausencia y la palidez de la pérdida del sentido, permanezco horas frente a la nada sin percibir siquiera cómo se me va la vida sin tomarla. Y comienzan las preguntas, de esas que retuercen no solo las neuronas y todas sus conexiones sinápticas, sino también el pathos... y comienza esa angustiosa búsqueda de algo que ni siquiera conoces, intentas refugiarte en cosas que sabes, no ayudarán. Las ganas de antaño, las ilusiones y los proyectos parecen lejanas alucinaciones, espejismos de un tiempo inexacto. La metafísica corroe la poca cordura que sobrevive al paso de los años, y la gente comienza a parecer extraña, distante, ausente. Y la lluvia no para desde anoche...

1 comentario:

Kaede.- dijo...

beautiful, as always. bella, y bello.

devuelva el saludo, y disfrute de las letras.


desde kaede con amor.