noviembre 18, 2008

Jay quería ser inteligente

Desde pequeña siempre quise saberlo todo, me interesaba por un sinfin de temas diversos y me maravillaba con cada cosa que lograba entender de la vida y del mundo. Quizá ahí surgió mi gran amor por la ciencia y por los libros, ahí fue cuando mi mundo conocido empezó a cifrar sus esperanzas académicas en mí. Terrible error, pienso ahora. Me iba bien, me encantaba estudiar (sigue gustándome hasta el día de hoy, sin embargo las motivaciones infantiles se diluyen cuando uno se comienza a poner viejo de espíritu) y disfrutaba de prácticamente todas las materias que pasaban en el colegio. Todo parecía un mundo gigante, inexplorado por una mente de escasos años que ve con mirada ingenua el conocimiento y pretende empaparse hasta con el más mínimo detalle de aquellos secretos que la vida le ha puesto ante los ojos. ¿Qué pasó en el camino? Tal vez solo se me vinieron las nubes negras encima y pensé que jamás iba a lograr entenderlo todo, y en vez de ser una motivación a la investigación, me convertí en una persona desesperada, desilusionada y nihilista. Ya no tenía sentido buscar los detalles, jamás iba a lograr saber todo lo que quería, jamás iba a lograr ser todo lo inteligente que soñaba. La niña que se tragaba libros desde los 4 años y se maravillaba con el universo se había perdido en un camino duro y rocoso, lleno de decisiones tomadas, quizá muy a la ligera, tal vez demasiado pensadas, con mucho cerebro y con poca alma. Y así esa niña que era la esperanza en el futuro se fue apagando, se volvió rutinaria y perdió el rumbo, ya no quería enfrentar los desafíos, se desdibujaba tras una imagen de superación ficticia y poco creíble. Jay ya no sabía ni siquiera si quería saber. Tal vez solo parecía inteligente, quizá nunca lo fue.

octubre 11, 2008

Vértigo: De lo patológico a lo paradójico.


Ficha Técnica:
Director: Alfred Hitchcock 
Productor: Alfred Hitchcock 
Productor asociado: Herbert Coleman para Paramount 
Guión: Alec Coppel y Samuel Taylor, según la novela De entre los muertos (Sueurs froides/D'entre les morts) de Pierre Boileau y Thomas Narcejac 
Fotografía: Robert Burks 
Música: Bernard Herrmann 
Montaje: George Tomasini 
Dirección Artística: Henry Bumstead y Hal Pereira 
Reparto: James Stewart (John "Scottie" Fergusson), Kim Novak (Madeleine Elster / Judy Barton), Tom Helmore (Gavin Elster), Barbara Bel Geddes (Midge), Konstantin Shayne (Pop Leibel), Raymond Bailey, Ellen Corby, Lee Patrick... 
Nacionalidad y año: USA 1958 
Duración y datos técnicos: 124 min. Color. 1.85: 1.


Hablar de Hitchcock puede parecer sobreexplotado y hasta innecesario, sabiendo que es uno de los cineastas más geniales de la historia; sin embargo, siempre se puede hacer una lectura más que interesante de sus obras.

En el caso de “Vértigo” (1958), Hitchcock nos muestra, a través de un juego de planos en el que el espectador es capaz de sentir de la misma forma que Scottie Ferguson la acrofobia que lo lleva a la irracionalidad, una representación de cómo vemos los temores: los que muestra el personaje, y los nuestros propios, como receptores de un relato fílmico que, más que una representación del mundo, se convierte en una representación de la subjetividad, de la perspectiva del miedo, desde el espectador y el personaje, sensación que se entremezcla y llega a confundirse, transmitiéndose tan fiel y magistralmente.

La irracionalidad a la que conducen los temores, desde la muerte, el amor, el sexo, la obsesión, representada a través de un manejo de cámara en el que se aprovecha cada detalle del encuadre. La estética de la imagen, con grandes panorámicas de San Francisco, el uso de angulaciones en picado y el acercamiento/alejamiento de la cámara para provocar la percepción de mareo en altura; el manejo de los espacios y la fotografía, casi toda en tonos rojos y verdes, que le da a la película esa atmósfera delirante, acompañando de forma precisa un relato psicológicamente enfermizo, circular, reflejo de la locura; todo esto de la mano de una banda sonora que le da una atmósfera aún más estremecedora al filme, logrando evocar con el solo sonido de la música incidental, el dèja vû de un espacio.

El cambio de identidad, ese juego entre el pasado y el presente en el que gira la narración de esta falsa Madelaine poseída por Carlotta Valdés, el trastoque de la realidad, la esquizofrenia del sueño, estilísticamente tratado en una de las escenas más potentes del film, en la que se emula a través de múltiples planos, en los que giran imágenes oníricas, las elucubraciones más demenciales de Scottie, en una especie de sueño florido, casi como una revelación sobrenatural, una pesadilla vívida; esa bipolaridad de una Madelaine/Judy en la que se pierden los límites de lo real, de lo moral, de lo verosímil.

Hitchcock es un maestro en pasar al celuloide lo más insano de nuestras obsesiones y perversiones, decorando nuestra locura con los tiempos necesarios, con los espacios precisos y las imágenes adecuadas. Nos hace ver el miedo (al que tanto nos cuesta mirar y afrontar) como el motor de nuestra pérdida de conciencia, de nuestra irracionalidad, la paradoja de la vida y la muerte, la compulsión por la existencia y el amor enfermo no hacia una persona, sino hacia la idea de una persona inexistente (Madelaine o Judy Barton, como se le quiera llamar), la raíz nuestra más profunda demencia.

Sin duda Hitchcock sabe como enrostrarnos sutil y avasalladoramente, a través de un filme perfectamente concebido y desarrollado, lo más elemental de nuestra negación de la realidad (y de nuestra propia e indefensa desracionalización) a través de la idealización de un mundo que no se precia de tener los tintes que quisiéramos, un mundo en el que no cuesta mucho caer en la tentación de armar castillos en el aire y obsesionarse con ellos.

Trailer de Vértigo (1958)

junio 01, 2008

Dio tranquilamente el penúltimo mordisco al trozo de queque, cuando se encontró con la presencia intrusa, mordaz e irreverente de aquel trozo de cáscara de huevo, que burlonamente se mezclaba con las migajas, ocultando su esencia crujiente.

mayo 07, 2008

Le he tomado una especie de pánico a los lápices, casi como a los arácnidos, me cuesta concentrarme, es un esfuerzo enorme dar a luz alguna idea, pasar al papel y las letras lo que pasa por mi mente. Me complica el significante y el significado, sobre todo el significado; se me enredan los pensamientos, las frases, cada palabra se me hace una eternidad, un mundo demasiado complejo como para taxonomizarlo, me suena insuficiente, vano, coagulado, denso.
Tal vez la mente va muy rápido y la mano no alcanza a responder, tal vez el déficit atencional se incrementa en los mese impares y aún más en los días impares. Quizá la música recién recuperada me supera y domina las manos o pensar en quincemil cosas a la vez (por supuesto, la mayoría sin ninguna importancia); la cabeza llena de nubes y la psique llena de vaguedades, los ojos llenos de detalles, infinitos, irreductibles, insondables.

marzo 17, 2008

Diario

Los días de Gloria han comenzado...

marzo 05, 2008

Paciencia

Estamos trabajando para Ud.

enero 04, 2008

intentando volver a imaginar

  • Comienzo ahora y no sé si esto tenga algún fruto en algún momento, ni siquiera sé si vea la luz, como tantas otras "entradas" que nunca subieron a la superficie de este blog, quedándose sumergidas en las profundidades de lo inconcluso, porque de eso está llena la vida de algunos individuos, de inconclusos, de caminos a medio andar, de letras a medio escribir, de imágenes a medio observar, de lugares a medio conocer, de sonrisas a medio dar.
  • Comienzo ahora y no sé si esto de frutos, porque es algo que me ha faltado en tanto tiempo que puede ser que se haya secado y lo que quede sean solo los vestigios de palabras antiguas y los restos de añejas drogas, como tiza de vieja escuela. Puede ser que la tinta se haya agotado y solo sobrevivan en memorias ebrias y desquiciadas algunos gritos breves, algunos susurros bohemios. No tengo inspiraciones divinas ni dones fantásticos, solo intento volver a imaginar, espero que resulte. Imaginar es creer, creer es crear, crear es ser (en ese juego podríamos pasarnos la vida, y qué es la vida si no imaginar).