mayo 07, 2008

Le he tomado una especie de pánico a los lápices, casi como a los arácnidos, me cuesta concentrarme, es un esfuerzo enorme dar a luz alguna idea, pasar al papel y las letras lo que pasa por mi mente. Me complica el significante y el significado, sobre todo el significado; se me enredan los pensamientos, las frases, cada palabra se me hace una eternidad, un mundo demasiado complejo como para taxonomizarlo, me suena insuficiente, vano, coagulado, denso.
Tal vez la mente va muy rápido y la mano no alcanza a responder, tal vez el déficit atencional se incrementa en los mese impares y aún más en los días impares. Quizá la música recién recuperada me supera y domina las manos o pensar en quincemil cosas a la vez (por supuesto, la mayoría sin ninguna importancia); la cabeza llena de nubes y la psique llena de vaguedades, los ojos llenos de detalles, infinitos, irreductibles, insondables.