diciembre 31, 2014

Recopilando

Llegó el fin del año y aquí estoy, recopilando. Para mí, probablemente, el año no ha terminado aún, pues me quedan pendientes de este 2014 que fue bastante rudo conmigo.

Hice mi segundo año de magíster, con hartas contrariedades. Me dieron beca del 75% (que es lo máximo que da la facultad), hice clases en un Instituto Profesional, fui ayudante del magíster, trabajé en un proyecto internacional, fui a Austria, pude abrazar por primera vez a mi amigo Daniel, vi a Nine Inch Nails, a Peter Murphy y Peter Hook gracias al buen Fer. Vi a Patton otra vez y a los abuelos de DEVO que rockean más que nadie, compartí con los buenos amigos, viví por primera vez de forma independiente y sin estar de allegada o artista invitada en casa de nadie. Me sentí menos transhumante.

Me estresé, sufrí, lloré, quise mandar todo a la cresta. Bebí harto vino y cerveza, comí, bailé, hice cosas de las que me arrepentí, dejé de hacer cosas de las que me arrepentí aún más. Tuve un bello cumpleaños lleno de amistades y cariño, tuve enormes dolores de alma, de mente y preocupaciones horribles, la mayoría las he superado respirando con calma y tratando de rescatar las enseñanzas de todo.

Me enamoré a primera vista y en tiempo récord, jaja, o estuve dispuesta a hacerlo. Entendí lo importante que es el sentir, el dejar que las emociones se abran paso a veces. Permitirse salir de los márgenes. Tocar, oler, degustar, ver, percibir, absorber todo lo bello que el mundo tiene para darnos.

Fui a la montaña querida, crucé muchas, muchas montañas. Volé en casi todas las formas posibles: en aviones, en montañas rusas, en viajes místicos, en sustancias, en música, en emociones misteriosas y poco conocidas. Canté a los gritos. Conocí gente nueva, me aplaudieron, me dijeron que era valiente, también me dijeron que era super gil. Quise ser Heidi. Caminé de madrugada por las calles de una ciudad al otro lado del mundo, escuché a Mozart en cuarteto de cuerdas en una pequeña iglesia de Viena. No te encontré.  Me sentí triunfadora y absolutamente derrotada. Fui a la ópera austriaca, me perdí El Beso -de Klimt-, se me hizo poco el otoño y el chocolate. Volví y me costó un mundo entero caer en la realidad otra vez.

Deseé (y deseo) un rumbo diferente, trato de dilucidar cuál será, pero al menos tengo claro que hay que consultarle al cucharón. Decidí dejar de sufrir innecesariamente y ocuparme en vez de preocuparne, dejar que la vida fluya en vez de torturarse, que en este país somos especialistas en eso.

Mi año aún no termina, me quedan pendientes del 2014 que fue muy rudo conmigo, pero también me sacudió partes que creía olvidadas. Me queda harto por concluir, pero al menos ya tengo tranquilidad en el alma para hacerlo, cerrar ciclos ha sido más complicado de lo que creí, pero vamos en la senda correcta. Chi va piano, va sano e va lontano.

2015 es super incierto. Lo único que tengo por seguro es que no tengo nada seguro, sin embargo confío y me entrego a lo que venga para mi vida. Aún siento temor de tomar ciertas decisiones, pero deseo con todo el cuerpo y la mente que el mundo me sorprenda y pretendo levar anclas para dejar que suceda. A si que, año nuevo, acá te espero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final la historia es la misma de siempre, luchamos con casi todo, para quedarnos con casi nada... Incluso la noche más oscura pasa y vemos el amanecer, pero el frío queda, feliz año.