noviembre 12, 2006

Zen o no Zen

Jugando al solitario a las 3 de la mañana, con un Chris Cornell diciendo que no puede cambiar, y dándole una nueva vuelta a todo lo que hoy surgió en la charla, me pongo a pensar en lo difícil que resulta el volver a creer, y pongo el énfasis en el "volver", que implica haber creído antes.

¿Cómo se recontruye sobre los escombros del pasado? ¿cómo hacer de la nueva construcción algo sólido y sano? ¿cómo saber si es posible re-creer, re-encontrarse y re-comenzar? Aunque parezcan preguntas de libro de autoayuda, son interrogantes que todos tenemos alguna vez.

Y me vienen a la mente muchas cosas, situaciones de la vida misma, de la historia incluso, y surge en mí la misma respuesta que hoy le di a aquel hombre de guitarra en mano: No se trata de olvidar, de hacer como si nada hubiera ocurrido, es así como el mundo se ha resentido en el odio infinito de no saldar sus daños. No se puede esconder la mugre bajo la alfombra, porque tarde o temprano se va a notar, tarde o temprano estalla...

Es fácil decirlo, pero en el acto... ¿cómo se hace? Para mí es un proceso en conjunto, pero la confianza es tan sensible... ¿cómo mirar desde lejos a la mujer que amas sin odiarla un poco por todo el daño causado? El perdón es posible, luego de mucho, ¿pero el olvido? ¿y es sano?

A veces pareciera que sí, a veces pensamos que sería mejor la vida si pudiéramos borrar las cosas como si no hubieran sucedido, sin embargo ese tan inhóspito e indeseado inconciente nos trae a colación todo lo que tan arduamente intentamos ocultar. Después de todo, puede que no sea la mejor forma de seguir, quizá es solo la menos evolutiva, la que más intentamos y la que menos resulta.

Creer, creer en algo, en alguien, en uno mismo, ese es el cuento. Creer en otro implica de cierto modo creer en uno mismo un poco, sentir que se puede renacer de las cenizas siendo concientes de las cosas que ocurren, tranformando el pasado en vez de aborrecer eternamente al fantasma de viejas conductas y vivir con el miedo de recaer en ellas.

¿Pero cómo dejarlo todo, cómo recomenzar, si es tan humano el odio y tan indecible la culpa? ¿Se puede ser tan Zen y lograr librarse de lo mundano de nuestro ser? Y nace una nueva pregunta (a esta altura son pocas las respuestas)

En este mundo tan humano en el que vivimos, tan irracional, tan viceral (ya poca convicción queda sobre la racionalidad del hombre, me disculpará Monsieur Descartes) surge la duda, la confusión y el caos. Porque creer en alguien o en algo no implica necesariamente una pertenencia, sin embargo nos aferramos con uñas y dientes a eso que esperamos, nos mantenga a flote. Nace el apego, el sentimiento de posesión, se confunde lo "mutuo" con lo "mío", y se cae en absolutismos, en relaciones enfermas, en paranoias, en violencia, en odio nuevamente.

Tiendo a pensar que es tan humana como el odio y el apego esa capacidad, más que de racionalizar (no pasa tanto por la razón), de integrar a la vida los restos procesados del ayer, algo así como reciclar las experiencias, pero en el acto me vuelvo tan enajenada como cualquiera y olvido el optimismo positivista de mis ideas, pienso luego con el hígado y me torno vil, retrocedo y mando al cuerno todo.

Dudo, dudo sobre las posibilidades reales en el mundo en el que muero, dudo incluso de su realidad. Surge nuevamente la desconfianza, el mundo nos corrompe, nos contamina y retornamos al final de la cadena, a sumergirse nuevamente en las incertezas, en los miedos, en los olvidos.

¿Se puede vivir, entonces, comprendiendo que ni siquiera esa vida que sentimos tan propia nos pertenece? ¿podemos entablar relaciones sin "apoderarnos" del otro? ¿creer sin esperar que aquello en lo que creemos sea nuestro? ¿se puede ser Zen en esta vorágine?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

es que no se puede...y no se quiere.

... se aprende del error, se dan oportunidades y se perdona.

Por q hasta cierto punto, esa felicidad que el zen construye en la soledad y en el desapego, alli en lo alto de un monte, el hombre comun, lejos de los monasterios tambien quiere, esa felicidad que construyen las ganas de amar y la bondad, en un paseo junto al mar, en una noche de la mano, en un baile, en una comida, en un viaje, en un chiste, en una lectura juntos, en un disco, en una mirada de confianza, en ese saber que te aman con una mirada, en un compromiso, no se, yo no puedo ser zen, yo quiero tener fe en este caos, y quiero decir dentro de la ciudad, tengo la voluntad.

Desmond Rentor. dijo...

de que se pueda o no se puede.
el problema es saber cómo hacerlo.
sin saber o conocer eso es el dilema, el gran dilema.

crees ya no confabula con la confianza y vice versa
el creer ahora pende de una cosa realmente anti meta física.
anti por que simplemente el creer va encontra de todo lo que en un comienzo pensábamos que era.
meta, por que como todo valor no existe entre nosotros si no lo forjamos y tomamos como tal.
y físico, por que realmente cuando lo transformamos en algo nuestro se apega tanto a nuestro cuerpo y mente que es parte de nosotros y cuando se nos cae, es un porrazo doloroso con una caída de bici.

salu2

Desmond Rentor. dijo...

el crees es un creer

Pantruca mamá dijo...

Bueno amiga, grandes reflexiones. Sin embargo, creo que la vida pasa, y las cosas que nos suceden siempre sirven, siempre están allí y nos sirven de modelo. Pero, ¿Para qué esconder todo debajo de la alfombra?, no tiene sentido.

Besos, te quero...

http://mujerenlaliteratura.blogspot.com

Carola dijo...

querida javi....bunas reflexiones....esa es una de las buenas cualidaddes que te caracteriza....como ser alguien.....como ser persona.....como luchar contra esa desconfianza??? ufff como que se me nubla el seso

ya...no quiero seguir....

suerte!