septiembre 01, 2006

Pena de bandoneón

La vida te hace esconder la cara tras las manos muchas veces. Se hacen incomprensibles los actos, los olvidos, los silencios, las palabras, las miradas, las ausencias... y ese color en el aire que lo hace difícil de respirar, denso, con la espesura de las inminentes penas. Yo no entiendo mucho de casi nada, pero intento hacerlo lo mejor posible cuando al ver la infinita belleza en un punto de la nada me emociono y creo, por un momento, en el milagro divino de la trasendencia del ser, refrescar el alma con las gotas de lluvia y el saxofón de un negro olvidado en la esquina lejana del tiempo, pero el cansancio me supera y luego necesito correr hasta el punto más desconocido de la eternidad y ocultarme, deseosa de descansar, de vaciar la mente de tanto silencio que la abruma y caminar descalza por el cielo. Trato de no estallar en mil pedazos cuando descubro el velo de la mentira sobre el inocente y el abandono sobre el débil, de veras que intento comprender y vivir en el mundo, pero me resulta tan inexplicable la existencia de esos siniestros personajes que se aprovechan de la buena voluntad ajena y reniegan de sus propias entrañas. La carga del pathos propio y ajeno, la lluvia fría y el triste ánimo de los dioses configuran la sinfonía del ocaso. La puesta en crisis del sentido. Ya no seguiré escribiendo por hoy... quizá mañana...

2 comentarios:

Desmond Rentor. dijo...

vi la palabra silencio en el texto y no hice nada más que recordarte que debes enseñarme a cómo ser él.

salu2

Aerdnaalimac dijo...

El fatum nos persigue polola...nuestro destino esta cada vez persiguiendonos mas de cerca.... y muchas veces el peso de nuestras conciencias nos hace caer en cargar destinos ajenos....

pero siempre retornamos a lo mismo...

besos polola


CamiL