abril 10, 2007

Nocturna de Abril

Anochecía y las luces del tendido público comenzaban a encenderse, con esa luz amarilla que disipa los contornos de las cosas. Ella estaba como siempre sentada frente a la pantalla de su computadora, sin hacer nada, quizá leyendo las noticias de la tarde, sin ninguna gana. Era una tarde-noche fría, pero le gustaban las noches frías. Miró por la ventana de su habitación y vio los últimos suspiros de aquel sol que brillara tan tenuemente durante toda esa jornada, se quedó prendada de esa lenta agonía hasta que la oscuridad solo fue quebrada por las amarillentas siluetas bajo el alumbrado público, el frío traspasaba la ventana y se podían vislumbrar entre la noche algunas nubes de un gris violáceo. Abrió la ventana, se quitó las gafas, pegó su rostro a las barras de protección y respiró ese aire de otoño, sacó una mano entre la reja, el viento era suave y frío, jugueteaba con su mano como un niño travieso y la invitaba a salir. Ella sonrió, tómó un abrigo y, sin apagar la computadora, salió. Afuera la esperaba la noche y ese aire frío de otoño, dispuesto a acompañarla en su camino, sus pasos lentos se fueron alejando hasta que no fue más que un punto en aquella oscuridad de abril.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre sup que eras de otro planeta
en tu atardecer hay dos soles

Tam dijo...

yo tan bien vi dos soles!!! jajaj, me mateste la ilusion de estar en tatooine... y resulta que son dos faroles, de una calle viñamarina..

jajaja

besos a j.